martes, 24 de julio de 2012

Bolívar, ¿insensible e inhumano?


     Leyendo un poco sobre la historia del Libertador y debido a que hoy se conmemora 229 años de su nacimiento, me llamo mucho la atención esta fascinante y muy llamativa anécdota en su campaña admirable: 
     Cuando Bolívar avanza por la cordillera andina, (en el occidente de Venezuela) ocurre algo muy particular, específicamente en el sector de Moconoque, a cinco kilómetros y medio de la Villa de Mucuchíes (Mérida); un grupo de personas entre ellas, un señor llamado Israel y una señora de nombre Wekker Vegas, abuelos de dos nietas, el sargento Rodríguez Graterol, Enrique Pestana y sus dos hijos morochos, caminantes seguidores de Bolívar, en estos paramos andinos de blancas nieves perpetuas con rumbo a Timotes.

     Relata el historiador Tulio Febres Cordero, que “un señor de nombre Vicente Pino le regala al libertador un hermoso perro que, al poco tiempo se convirtió en fiel, leal compañero y amigo del líder de la revolución. El perro se llamaba “NEVADO”. Blanco como la nieve de raza Mucuchíes, heredero del mastín de los pirineos traído al país por los sacerdotes que fundaron Mucuchíes, esto con el objeto de velar por la seguridad de los rebaños de ovejas que importaban de España. Especies de gran tamaño, valientes, fuertes, inteligentes y ágiles para cuidar los rebaños de los depredadores de entonces como el oso frontino y lobos. Al poco tiempo la raza pura del pirineo, paso a ser, nuestro Mucuchíes, raza que el perro del Libertador, correteaba al lado del alto caballo de guerra de Simón Bolívar. 
     Al enterarse Bolívar de la incorporación de un indio a la tropa del coronel Vicente Campo Elías, un indio Mucuchicero de nombre Tinjacá, criado por el señor Pino, y que también amaba los perros y que conocía a nevado, lo incorpora inmediatamente a su escolta personal. Formando así una hermosa trinidad que fue por los campos de batallas y ciudades como una imagen de Libertad. 

     Mucho lucharon los tres (3) Bolívar siempre delante, Nevado y Tinjacá fiel y callado. No se perdió esa imagen de los dos (2). Precisamente motivado a esta parte de la historia en la plaza Bolívar del actual Mucuchíes, acompaña al bronce del Libertador justo al lado, Nevado y Tinjacá acompañando al Líder. 

     Combatieron con el Libertador por el país, quedo para la posteridad que en medio de las batallas, Nevado ladraba tan alto que los hombres admiraban. Aseguran que cuando entro el Libertador a Caracas el 18 de agosto, las mujeres lo aplaudían y lo admiraban, también que las flores que le lanzaban a Bolívar le caían a Nevado y que el Libertador aseguraba que el perro se merecía aquellas flores. 
     Muchas batallas, sitios, derrotas, vida de campamento, se echó encima Nevado y Tinjacá, pero la vida les tendió una celada mortal en el glorioso “Campo de Carabobo”. Luego de tan gallarda y esplendida victoria militar como la llamó el padre Bolívar, porque Venezuela se hizo libre; se acercan al Libertador dos (2) de sus andantes y por la semblanza se da cuenta Bolívar que había malas noticias. 

     ¿Malas nuevas hoy?, preguntó Bolívar. 
     Si su Excelencia, Tinjacá está muy mal herido y Nevado también, dijo uno de los Edecanes indicando con un brazo hacia un sitio de la llanura. 

     Dicen que Bolívar inmediatamente lanzó su equino al galope, viendo al llegar donde estaban reunidos varios soldados y uno de los médicos curando a Tinjacá que atinó a decirle con los ojos llenos de lagrimas. Bolívar al ver a Nevado ya muerto, el espeso pelo estaba tinto de sangre y el Libertador inmóvil nada decía. Tulio Febres Cordero el eterno historiador de Mérida, cuenta que en sus ojos había brillado una lágrima de dolor muy grande. 
     Nevado se lo merecía… 

Abg. Daniel Sulbarán
         Twitter: @sulbarandmb
      Facebook: http://www.facebook.com/sulbarandmb

No hay comentarios:

Publicar un comentario